¿Te acordás cuando preparabas aquellos autos de plástico con masilla y la cuchara en la punta?
Nunca alcanzaban las cucharas que la “Vieja” nos regalaba, así que ante cualquier descuido de ella, dejabamos “chueco” a algún juego de café o de sopa. La consigna era ver cuantas líneas (juntas asfálticas) de la calle lograbamos superar.
Los más osados técnicamente, dibujaban con pintura un circuito en la calle, incluyendo boxes, línea de largada, llegada y hasta carteles de publicidad.
Al grito de "¡auto!" cada uno levantaba su máquina y dejaba pasar por nuestras pistas a los coches reales. Más de una vez se originaban discusiones, ya que al reanudar la carrera, cada autito estaba bastante más adelante que en el momento que fue levantado.
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